3 feb 2010

EL LENGUAJE COMO SISTEMA DE SIGNOS, DESDE CORTÁZAR



Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clésimo y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envolsuniarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espumajaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Rayuela, Cortázar

¿Es capaz este texto de evocar imágenes, sentimientos, etc?
¿Se llega a entender el texto?

A primera entrada, lejos de imaginarse alguna traducción posible de lo que intenta decir Cortázar; el texto es incomprensible hasta cierto punto por nuestro lenguaje utilizado a diario. La falta de conocimiento de algunas palabras, hace que no sea entendido claramente lo que trata de transmitir el autor. Podrán existir algunas versiones o algunos intentos de comprensiones del fragmento pero la verdad en sí, “la cosa en sí”, no es alcanzable.

Quizá si de aquellas palabras desconocidas se busca su significado se puede llegar a entender el texto y llegar a crear alguna imagen de ello; pero de sí mismo, así como se encuentra el texto en este momento, repito: no genera ninguna imagen, mucho menos entendimiento alguno del mismo.

Cortázar utiliza un lenguaje creado por el, cambia las palabras de modo que puedan ser de múltiples significaciones para el lector. Cortázar en este caso es el creador del lenguaje y “para el creador del lenguaje, la verdad pura no es deseada en absoluto”.

Podría ser que el autor intente más bien una crítica al respecto. Mostrando un lenguaje inalcanzable para nosotros donde pone en demostración que no se puede llegar a una verdad en sí, sino mas bien a distintas verdades. Puede ser que el autor solo juegue con las relaciones entre el signo y la realidad demostrada, juegue a dar sentido al sin sentido. De todas maneras al utilizar palabras como amalaba o relamar insinúan para nosotros cosas conocidas, conceptos conocidos que nos indican que se trata de la relación entre una pareja. Sin embargo al distorsionar las palabras de esa manera no se sabe a ciencia cierta la verdad de las cosas.



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